Anoche tuve un sueño

Era con vos, Oyola. Soñé con vos. Estábamos cenando en casa. O en la casa de alguien. Y de repente nos acostábamos en la mesa a fumar. Sí, vos fumabas en el sueño. Tenías unos cosos horribles con olor a pasto de la selva chaqueña. Un repelente asco, man. Pero ahí estabas, pensativo, atento. El que hablaba sin parar era yo. No sé qué habíamos comido. Pero te juro que estaba rico. En el paladar se sentía rico.
Entonces que mi vida esto, que mi vida el otro, que se me ocurrió aquello, que los tatuajes lo otro. Y así. On and on and on and on. Imparable. Una verba casi adolescente.
De repente, cuando hicimos silencio (yo no lo podía mantener mucho, me acuerdo ahora), vos empezabas a lagrimear. Lagrimeabas y lagrimeabas. Y al rato, empecé a sonreír y a reír después. No hubo carcajadas.
-¡Me estás cachando, Leo!
-No, no boludo- me insultabas y todo.
-¡Dale! ¡Si yo te conozco, maricón! ¡A mí con el verso no, eh!

Te limpiabas la cara y me preguntabas si me acordaba de tu hermano. Claro que sí, boló. Bueno, te voy a contar la posta de mi hermano.
Hacías una pausa. Te volvías a limpiar los ojos. Y me mirabas fijo...
"Mi hermano..."

Resulta que sonó el celular.
No, no, no; en el sueño no, en la vida real. Justo en ese momento me sonaba el celular. Era martes a las 20hs y en una hora me vería con el amigo Loyds que le hacíamos la despedida en la parrillita de Cristian. Iba a llegar medio tarde y los iba a encontrar a Terranova, Levín y Tati tomando una Quilmes en una mesa. Yo llegaría con Lunita.

Y fue Lunita, justo, la que me había llamado al celular. Y me cagó el final del sueño con su llamado. Cuando colgué, medio a las puteadas, me quise poner de vuelta en la mesa, pero no pude. Esta vez apenas me senté en la silla. Quería acostarme en la mesa y agarrar el pucho que estaba fumando pero ni siquiera había puchos esta vez. Vos estabas duro como si fueras una foto de esas que ponen en la Feria del Libro cuando viene un escritor de arafue para dar una conferencia y yo cerraba fuerte los ojos para tratar de volver a ese momento y saber qué le pasaba realmente a tu hermano. Porque vos me ibas a decir la posta, con lágrimas en los ojos.

En la despedida del amigo Kar-el, como decís vos, también estuvo Carina. Y me contaba que le parecía una pelotudez mi post anterior. Le conté del sueño (porque viste que ella es como especial para estas cosas, como que la siento muy receptiva y todo ese mambo niue y shiano que me agarró después de la ola de fantasmas en mi casa) y entre ella y yo sacábamos el sacacorchos y tratábamos de imaginar qué, según mi inconciente, creía que le pasaba a tu hermano; la posta de tu hermano.
Para hacerla enojar, nomás, no voy a recordar a quién se le ocurrió qué le pasaba a tu hermano pero quedó algo así:

(Te limpiabas los ojos y me mirabas fijo pitando el cigarro ese apestoso que fumábamos) - Tucu, mi hermano tiene quintillizos con mi hermana y por eso se le cayó un testículo.

Alto garrón, ¿no?

Y la noche, para ir cerrando, terminó con una frase en tono Carinezco: ¡Ves, Funes, que las mujeres pueden ser algo más que labios carnosos!

No sé, decíme vos qué opinás. Yo estoy un poco inquieto.

Abrazo loco. Para vos y tu hermano.

No hay comentarios.: