Por Marina Gersberg
Ayer a la noche estaba por el centro cuando me llamó. ¿Qué hacemos? ¿Vamos o no vamos? -preguntó D.
Decidí vos -le dije.
Esperé el colectivo, sin saber donde me iba a dejar exactamente. No me acordaba por qué calle cruzaba Córdoba. Me bajé en Pringles y caminé tres cuadras. D. ya estaba en la puerta. Nos saludamos y entré. El patio estaba oscuro. B. tomaba un cerveza en la barra. Nosotras pedimos un vino. Elegimos un sillón de tres cuerpos a la izquierda del piano. Algunos todavía comían. Yo había picado papas fritas de paquete. Ella jugaba con el gato.
Era la primera vez que llegaba temprano, a verlos a escucharlos. Las otras dos veces me lo perdí a F. B. me dijo que es divertido. - Una vez hizo una radio -agregó.
Entraron los cinco a escena. Presentación obligada, barbijos paranoicos.
Primero leyó R. tranquilo. Oscuro. Con la parsimonia que, creo, lo caracteriza.
Después le tocó al músico. Un pseudo Spinetta. Sonó bien. Son sus canciones. Es él.
M. leyó letras de su novela. La S, la N. Su historia me gusta. Su manera de contar, de hacer hablar a sus personajes. Etelvina. Marina. Un partido de fútbol. Soy su fan. Ya lo sabe.
L. se movía mientras leía su cumbia rock -?- Es histriónico. La música -pseudo Kusturica - lo acompañó. Me lo imaginé caminando por el Abasto. Con gente siguiendolo. Sumando, bailando. A él, no le gusta lo que escribo, y me lo dice.
Por último, F.
La rompió. Se sentó en el piso, sólo. Iluminado con la pantalla de una compu portátil, leyó su crónica. su historia. Su reality show. Me conmovió. Se lo dije. Lo banco. No lo conozco pero lo banco. Si seguía un poco más - leyó un poco más de una hora -, me ponía a llorar. O me clavaba un tramontina.
Chasqueamos los dedos. fuerte. algún silbido. los pajaros.
Terminamos la botella de vino. Sentí mi boca hinchada. Los labios secos.
Mientras, D. se paró y se fue. Me quedé diez minutos más chusmeando con B. Después salí a la calle y me subí a un taxi.
Hoy, cuando me levanté,
P. - que no es mi hijo, es mi novio -
jugaba al futbol en la playstation
y yo recordé:
ya se de donde lo conozco
trabaja en el Kiosco
enfrente de mi casa
sobre Rivadavia.
Decidí vos -le dije.
Esperé el colectivo, sin saber donde me iba a dejar exactamente. No me acordaba por qué calle cruzaba Córdoba. Me bajé en Pringles y caminé tres cuadras. D. ya estaba en la puerta. Nos saludamos y entré. El patio estaba oscuro. B. tomaba un cerveza en la barra. Nosotras pedimos un vino. Elegimos un sillón de tres cuerpos a la izquierda del piano. Algunos todavía comían. Yo había picado papas fritas de paquete. Ella jugaba con el gato.
Era la primera vez que llegaba temprano, a verlos a escucharlos. Las otras dos veces me lo perdí a F. B. me dijo que es divertido. - Una vez hizo una radio -agregó.
Entraron los cinco a escena. Presentación obligada, barbijos paranoicos.
Primero leyó R. tranquilo. Oscuro. Con la parsimonia que, creo, lo caracteriza.
Después le tocó al músico. Un pseudo Spinetta. Sonó bien. Son sus canciones. Es él.
M. leyó letras de su novela. La S, la N. Su historia me gusta. Su manera de contar, de hacer hablar a sus personajes. Etelvina. Marina. Un partido de fútbol. Soy su fan. Ya lo sabe.
L. se movía mientras leía su cumbia rock -?- Es histriónico. La música -pseudo Kusturica - lo acompañó. Me lo imaginé caminando por el Abasto. Con gente siguiendolo. Sumando, bailando. A él, no le gusta lo que escribo, y me lo dice.
Por último, F.
La rompió. Se sentó en el piso, sólo. Iluminado con la pantalla de una compu portátil, leyó su crónica. su historia. Su reality show. Me conmovió. Se lo dije. Lo banco. No lo conozco pero lo banco. Si seguía un poco más - leyó un poco más de una hora -, me ponía a llorar. O me clavaba un tramontina.
Chasqueamos los dedos. fuerte. algún silbido. los pajaros.
Terminamos la botella de vino. Sentí mi boca hinchada. Los labios secos.
Mientras, D. se paró y se fue. Me quedé diez minutos más chusmeando con B. Después salí a la calle y me subí a un taxi.
Hoy, cuando me levanté,
P. - que no es mi hijo, es mi novio -
jugaba al futbol en la playstation
y yo recordé:
ya se de donde lo conozco
trabaja en el Kiosco
enfrente de mi casa
sobre Rivadavia.
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